Espacio abierto para los integrantes del taller literario Ariel Muniz y ¿ por qué no? también de otros talleres

martes, 15 de noviembre de 2011

MAL DE STENDHAL

Imagen

No puedo asomarme
a la felicidad sin un terrible vértigo.
Convulsa lloro
y muerdo el aire
a bocanadas.
Asir el éxtasis
congelarlo como
pieza de museo
es demasiado
cuando se agolpan
después del trabajo
en el bochorno
de la hora pico
el niño y su origami
la mano del amante
el jardín vibrante
la teporocha de la esquina
el atardecer
la Verónica de Kieslowski,
las palomas de Tarkovski.
Y me vuelvo nada
contenida en la
ventanilla del camión
vibrando
en el
espectro multiforme
único
por la
textura
de voces
coloratura del
 mundo antes
de llegar a casa
y ponerme en
la piel de
señora de tal.

Celia Garza (2011)
Imagen tomada de INTERNET

INSOMNIO 1



Abrí los ojos
con un batazo en la cara
y el knock out persistente
mantenía la habitación bajo negros incómodos
el estomago incesante
la memoria en scanner
la noche intermitente
la razón inconsolable
Abrí los ojos
ya era tarde
el cloroformo inalcanzable
para los dedos atados bajo mi propio peso
el sonido de la calle al medio día 
moviéndome la espada para presionarme

Abrí los ojos
pisé el suelo
entré en el agua
lavé golpes
lágrimas y desvelo

Con cada batalla
me incorporo más fuerte
y a la carga de nuevo.



Feber Strings


Imagen tomada de Internet

REGRESO A CASA



Cada paso que daba lo acercaba más a esa casa; de la que tanto había querido alejarse y a dónde ahora se dirigía con paso firme, no porque quisiera realmente volver, sino porque tenía simplemente que hacerlo; cada paso lo sentía más pesado, y cada paso a su vez incrementaba su ritmo cardíaco; a él que nada lo alteraba, ésta simple caminata, a la que alguna vez fuera su casa lo tenía nervioso , se acercó más, una cuadra, era lo único que lo separaba de aquélla casa, y de golpe entonces… todos sus recuerdos se vinieron, esa infancia pérdida, esa adolescencia mal llevada, esa juventud precipitada, todo se agolpó en su mente; sólo tres casas y estarían frente a frente , él y todo sus demonios del pasado, él y ese padre ausente, y a veces terriblemente presente, y entonces llegó , ahí estaba, iba a tocar a la puerta, que extraña se veía … le era familiar pero le resultaba extraña, una fachada triste, como su alma ; y entonces tocó , y frente de él , lo recibió su padre , que en ese preciso instante abría la puerta.

Y en  esa puerta , en vez de ver a ese hombre fornido a quien tanto temiera; vio a un sencillo viejecito , maltratado por la vida, con arrugas sobre arrugas, enfermo, de palidez extrema , y sintió compasión; quizás no pudo perdonarlo al momento, pero tampoco podía odiarlo viéndole así; el no sentía nada más que simple compasión por este señor que ahora mismo abría la puerta, no podía odiarle… la persona a quien tanto temía se había gastado con los años, y sin duda quién le abría no era ya la misma persona, a quién tanto resentimiento le guardara.

Entró, dio un paso hacia la casita azul, apenas iluminada por un foco amarillo de luz débil, dio la mano al viejecito y por tristeza o compasión, realmente no sé, lo abrazó. Habían tardado más de 40 años en darse ese abrazo, el mismo tiempo que él había tardado en regresar a casa, pero al fin había llegado.

Concepción Zetina Pérez (2010)
Imagen tomada de INTERNET