
Bebía su bebida ibérica, como caballero de buen balance, benigno soberano aunque soberbio tomó su ginebra sobrante de barril y abrazó su libro venido de una biblioteca bohemia, bendecida de bienaventuranzas que suavizan sus bronquios de bronce rebobinados. Sus labios dibujaron un laberinto de besos basados en batidas brisas, babeantes bailes de cabellos rabiosos que sobreviven a las bombas de burbujas en bullicios que embravecidas como becerro bastardo y bramante, barajean en su cabeza las baquetas en brutal ambiente. La brisa incubada labra al diablo benigno y bastardo, bucéfalo Belcebú habitante embebido del bulevar donde siembra tabaco, bólido rebelde que vuelve bramante y débil, binóculo bufón rebanado de sus breves voces que en bocinas bisiestas aclaman los tabúes sobre pabellones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario